En una
retrospectiva de la Sierra de las Nieves observaremos que este territorio uniforme
física y culturalmente, ha sido desmembrado caprichosamente en el pasado, impidiendo una
vertebración territorial consecuente con esa homogeneidad ecológica y cultural de la
Sierra.
No obstante, la propia singularidad de este territorio y de sus gentes le confirieron en
el pasado uno elementos de cohesión que ni el paso del tiempo han podido borrar, todo lo
más atenuar.
Este territorio se caracterizó, entre por otros muchos elementos, por poseer una
gastronomía común, constituida por una serie de platos de sencilla elaboración. De tal
modo que podemos hablar de la existencia de unas sopas de pan, comunes a todas las
localidades serranas pero con la impronta local marcada en cada una de ellas,
generándose platos afines unos a otros y a la vez tan genuinos como la sopa de siete
ramales de El Burgo, la sopa hervía de Alozaina o la sopa de tomate de Monda.
La homogeneidad de los platos y un sinfín de saberes, haceres y decires se transmitieron
de pueblo a pueblo por los innumerables caminos, colás y vereas que unían unas
localidades con otras. Estos caminos, a primera vista simples y rudimentarias vías de
comunicación, constituyeron en realidad una urdimbre de información tejida sobre la
farragosa y vasta Sierra. Porque los pastores, cabreros, recoveros, arrieros, gañanes,
carboneros y otros tantos miles de hombres y mujeres condujeron de un pueblo a otro algo
más que sus animales y mercancías.
Fueron por tanto estas vías pecuarias auténticas autopistas de la información, que
posibilitaron que los transeúntes compartieran sinsabores y alegrías, formas de
expresión y formas de vivir el día a día, o por qué no, simplemente echar un revezo.
Con lo expuesto hasta el momento se intenta constatar que la Sierra de las Nieves tiene
una cultura propia, que se mantiene gracias a la transmisión oral de generación en
generación, estando anclada por tanto, en la memoria y el recuerdo de sus gentes. Ahora
bien, no se puede entender esa forma de concebir el mundo que los habitantes de la
Sierra tienen sin su entorno natural. No olvidemos que hablamos de una relación
ecológica-cultural.
El ser humano ha de entenderse inserto en el medio físico, como una parte más del todo,
transformándolo y sacándole provecho, pero con unos criterios de sostenibilidad
presentes hoy pero arraigados en el pasado. Lo increíble de esta situación es que se da
desde mucho antes de que se cuestionara la racionalidad de los modelos de desarrollo…
son sostenibles y racionales porque lo son y porque siempre han sido así. Es decir, que
el agricultor de Yunquera cultiva en tablas o bancales, por lo mismo que el de Istán
saca las “corchas” de los alcornoques o que el de Monda injerta el acebuche en olivo,
porque se ha hecho así de “toa la vía” y no porque atienda a términos actuales, un tanto
artificiosos, de sostenibilidad.
Pero esa es la imagen que, rememorando el AYER de la Sierra de las Nieves, tenemos HOY,
si bien existe un sesgo de la realidad, ya que la situación tiende a cambiar y a
velocidades vertiginosas.
La Sierra de las Nieves en tanto a su ubicación geográfica, a caballo entre la Serranía
de Ronda y la Costa del Sol Occidental, y su latente proximidad a la capital malagueña,
apenas 35-40 minutos, se encumbra como uno de los entornos ecológicos más privilegiados
de la provincia, y por tanto, apetecible como destino y negocio de la gran industria
turística y del sector inmobiliario. Etnográficamente se constata ya el comienzo de un
trasvase en el modelo de crecimiento económico, que, demostrado insostenible, fracasado,
acabado y sin sitio ni lugar, pretende inculcar la misma globalidad y uniformidad
económica en la Sierra de las Nieves. Nuevos ritmos vitales, nuevos modelos de
desarrollo que pasan por alto los sentimientos de pertenencia territorial que estas
gentes puedan tener para con su tierra. Además de despreciar aquellos modos de vida que
desde siempre les han permitido ser capaces de levantar el ánimo ante las muchas
dificultades sufridas a largo de su vida, y proveedores de una gran dignidad ética y
moral.
Según el Dr. Mandly, profesor titular del departamento de Antropología Social de la
Universidad de Sevilla, que viene trabajando desde años bajo la línea de investigación
del desarrollo ecológico-cultural, un territorio objeto de un proceso de desarrollo al
uso, sólo será sentido como propio, en la medida en que éste proceso desvele aquella
memoria histórica y cultural que lo cualifica y lo hace suyo. Los procesos de desarrollo
actuales, no tienen en cuenta que la sociedad es una producción en el tiempo y la
cultura un devenir, y quiebran la idea de continuidad cultural.
La Sierra de las Nieves se acerca a la cultura en estado puro, buscando significados,
acciones con intención de comunicar y metiendo los dedos en la llaga de los sentimientos
y los recuerdos. En Istán, en pleno zambombeo de Pascua, una vecina decía cuando pasaba
la pastoral por la puerta de su casa e intentaba recordar el villancico que en ese
momento rezumbaba entre las calles: -¡Yo ahora mismo no me acuerdo,
pero cuando me sale…., me sale! Nuestro objetivo es este, esperar la
salida del recuerdo, la activación de una memoria que no se puede controlar, ¡¡que
sale…, cuando sale!!.
Los actuales modelos económicos de crecimiento, ya caducos y demostrados insostenibles,
nos conducen a demostrar la vigencia activa, aún hoy, de numerosas manifestaciones y
expresiones festivas que aluden a la relación del ser humano con su medio natural, a su
memoria y al recuerdo, y que representadas como tales, son capaces de estimular en los
lugareños de esta sierra, un sentimiento de pertenencia territorial –identidad social y
cultural-.
La cultura en la Sierra de las Nieves hay que considerarla HOY como el mejor de los
patrimonios, sin dejar de lado la incorporación a la Sociedad de la Información y la
Comunicación, porque las Nuevas Tecnologías han de ponerse al servicio de nuestro modelo
de desarrollo, difundiendo a los cuatro vientos que nuestra cultura es el ejemplo a
seguir… tantos siglos de historia no pueden estar equivocados. |